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marzo 07, 2014

Y me vestía de gris.

De ese exquisito placer; de esbozar sin querer hacerlo cada aseveración que da fluidez a cada lágrima que desciende y duele menos
Y cómo aquel par de ojos negros susurran lo que calla un gran sollozo, grito del alma de un guerrero
El desdén de una súbita salida le abre paso a las cosquillas que afectan, de manera directa al sistema digestivo
Y casi inmune al vampirismo declarado, la codicia de los otros y unos cuantos espejismos, puede ser que sea contigo.

Me lavaba la cara con toda la tristeza, que en mi interior hacía una fiesta
Desahogaba mis esquemas con palabras que enseñan a estar siempre alerta
Y en mis días de inocencia, un abrazo compartía con las dudas que bailaban en mi cabeza
Y me vestía de gris, para hacer más llevadero el uniforme que imponía la amargura que sentía.


Es en tu roce; ese momento que mi piel solicitó unos meses antes... una caricia
Cuando en paz puedo pasear, mientras le sonrío al cinismo... mi sonrisa
Es que al describirme tú sancionas las mitades, los pedazos, los intentos de un intento y novedades
Y distingo mis valores, de la mano en la que pierdo cada excusa que me invento y el tiempo que invertía.

Pido perdón, cada vez que el sueño me apuñala en el libre ejercicio de escribir lo que siento... sí, lo siento...
Ya no asesinaré a este pedazo de papel, en la tertulia de mi mente, en el silencio de este espacio... en este silencio.

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